Bar 5, 1-9; Salmo 125; Fil1, 4-6.8-11; Lc 3, 1-6.
“Preparen el camino del Señor”
La liturgia de este domingo ya barrunta la cercanía de la Navidad y está llena de alegría. Alegría que ni la severidad del profeta Juan logra opacar.
La literatura mundial está llena de personajes míticos y superhéroes, en quienes los hombres proyectan sus sueños y ambiciones. Son creaturas de ficción, creadas por los hombres. Nos entretienen pero no logran engañarnos.
Jesucristo no es un ser fantástico; es real. A dos mil años de distancia podemos recrear su vida, rastrear sus pasos, como lo hacemos con otros muchos personajes de la antigüedad.
San Lucas nos traza las coordenadas históricas y lo sitúa en un momento histórico concreto, los personajes de la época y su geografía. Son gente famosa, pero ya no son importantes: el emperador Tiberio, Herodes, Anás y Caifás. Más importante que todos ellos es aquella voz que clama en el desierto, Juan Bautista. Y más importante aún, la Palabra, el Señor.
Cristo no es una figura del pasado. Está vivo entre nosotros. Su presencia, su venida siguen dando vida al mundo. Por eso el Adviento nos exige preparación y esfuerzo.
¿Qué requiere de mí? ¿Qué obstáculos tengo que remover, qué actitudes allanar, para que Cristo, vivo y actual, llegue a mi vida y yo pueda allegarme a él “limpio e irreprochable”?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Miguel Blázquez Avis, CM
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