Ap 4, 1-11; Sal 150; Lc 19, 11-28.
“Ven Espíritu Santo, llénanos de tus dones y carismas”
Vivimos en la cultura del bienestar y la comodidad. Todo lo queremos fácil. Nos viene bien quedarnos en la indiferencia y no hacer nada, y hasta ponemos excusas para seguir en el confort y la pereza. La ley del mínimo esfuerzo.
Para Jesús esto no funciona. Nos ha dado a cada uno, por medio del Espíritu Santo, ciertas capacidades y dones para la construcción del Reino. Pongámonos a trabajar.
Para vivir el Evangelio hay que correr riesgos e involucrarse en el camino. Hay que meterse en las actividades de los que luchan por la paz; aun cuando muchas veces no salgan bien las cosas o pareciera que en vez de ganar vamos perdiendo las “monedas de Dios”. Dice el Papa Francisco en La Alegría del Evangelio: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad” (49).
San Vicente de Paul y a Santa Luisa de Marillac no dudaron en poner a trabajar sus capacidades y dones en la construcción de un mundo con más paz, más justicia y más amor, sobre todo para los más pobres y desvalidos (el Reino de Dios): “Alabemos al Señor con alegría” (Sal 150).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Arturo García Fonseca, CM
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