“Ven Espíritu Santo y santifícanos con tu poder”
Ap 7, 2-4.9-14; Sal 23; 1 Jn 3, 1-3; Mt 5, 1-12.
¿Somos Santos? Desde nuestro bautismo estamos en el camino del Reino, pero muchas veces nos olvidamos de vivir el amor de Dios en nuestras familias y en nuestra sociedad, y nos dejamos llevar por el odio, los pleitos y las mentiras.
En las Bienaventuranzas se manifiestan los gritos de alegría de Jesús por la llegada del Reino de Dios; y estas expresiones de felicidad fueron interpretadas por los primeros cristianos como impulsos a la conversión y al cambio de vida.
Se declara dichosos a aquellos que el mundo consideraba malditos y desgraciados (los pobres, los mansos, los que lloran); ellos son los pobres del Señor que han puesto su confianza en él y se alimentan de su misma vida divina (justicia, misericordia y limpieza de corazón); siendo verdaderos discípulos que entregan totalmente su vida, a los que Jesús ha prometido el Reino de los Cielos (constructores de paz y perseguidos por buscar la justicia y la voluntad de Dios).
Así, y solo así, tú y yo trabajaremos por construir el Reino de amor, unidad, paz y justicia, sobre todo en la familia. Y decir con el salmo: “Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor” (Sal 23).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Arturo García Fonseca, CM
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