Octubre rosa: recordando historias de personas que superaron el cáncer

por | Oct 31, 2018 | Formación, Sociedad de San Vicente de Paúl | 0 comentarios

El año pasado, la revista Boletín Brasileiro de la Sociedad de San Vicente de Paúl publicó un reportaje especial sobre las consocias que superaron el cáncer. Recuperamos hoy este artículo, a finales de octubre, para concienciar a las mujeres sobre la importancia del diagnóstico precoz, así como para ser un estímulo para aquellas que están pasando por la enfermedad.

«El apoyo y cariño de los vicentinos fueron y son fundamentales en el proceso de mi tratamiento» – consocia Vera Lúcia dos Santos e Santos

Consocia Aline Alves de Oliveira

Quien ve a la consocia Vera Lúcia dos Santos e Santos en actividades vicentinas, no puede imaginar que ella es una paciente en tratamiento contra el cáncer. Se mantiene activa en encuentros, actuó de forma incansable en la producción de los DVD’s de formación de Ecafo, además de contribuir mucho con la institución, por medio de charlas y artículos que escribe con desenvoltura, permeados por la espiritualidad vicenciana. «No podemos dejar que los obstáculos que aparecen en nuestra vida castren nuestros objetivos, sueños y la misión que nos ha sido dada por Dios», motiva.

La consonancia sigue tratamiento desde 2015 en Barretos (SP, Brasil).

Inicialmente, fue diagnosticada con cáncer colorrectal (región del intestino). Después, se extendió al hígado. Profesora de Historia y Geografía, casada y madre de dos hijas, cuenta que cuando descubrió la enfermedad, pensó que iba a morir. «He sido creada en una cultura en la que tener cáncer es una sentencia de muerte». Las personas más antiguas se referían al cáncer como una ‘mala enfermedad’. Me quedé tres días sin saber qué hacer, muy deprimida y llorando. En ningún momento culpé a Dios. Sólo me preguntaba: ¿por qué yo? ¿Por qué conmigo?», recuerda.

Tras el impacto inicial, la consocia Vera empezó a recordar el sufrimiento diario de las familias carentes a las que asistía a través de los trabajos en la Conferencia Beata Nhá Chica, en el área del Consejo Metropolitano de Pouso Alegre (MG), y no se permitió lamentarse más, ante esta primera la dificultad de su vida. «Pasé a ofrecer —y ofrezco— mi sufrimiento a Dios, como intercesión por esas familias y los demás pacientes con cáncer. Es doloroso ver el sufrimiento de las personas por todos los rincones de Brasil, del interior, de las ciudades, personas simples y pobres. He escuchado ya muchas historias conmovedoras de dolor y sufrimiento, pero también he visto mucha superación, fe, curación y alegría».

ASISTENCIA VICENTINA

Consocia Vera Santos

Acostumbrada a ayudar a las personas en situación de vulnerabilidad social, la consocia Vera pasó a vivir el ‘otro lado de la moneda’ desde que enfermó. Los vicentinos la asistieron de forma integral: por medio de oraciones y mensajes de motivación. «El apoyo y el cariño de los vicentinos han sido y son fundamentales en el proceso de mi tratamiento. Es emocionante conocer y sentir el amor que han tenido y tienen por mí, en los momentos más difíciles de mi vida».

La SSVP también ofreció una casa para que ella pudiera hospedarse durante el tratamiento en Barretos. En retribución, la coordinadora de Ecafo participó de una Conferencia local, en Santo Antônio de Padua. «Los vicentinos de Barretos me acogieron como miembro de sus familias. Ellos me ayudan en todo lo que necesito. Están siempre presentes. Me llevan y van a buscarme al hospital. Me visitan, me animan, están siempre presentes, acompañándome en todo».

APRENDIZAJE

Vera todavía tiene por delante otros 5 años de tratamiento. Ya pasó por dos cirugías, y más de 40 sesiones de quimioterapia y 28 de radioterapia. A pesar de las dificultades, puede ver que el proceso de la enfermedad fue importante para su crecimiento como ser humano. «El cáncer me hizo una persona mejor. Me enseñó que la molestia cancerígena es sólo una enfermedad como tantas otras enfermedades, y que puede tener cura. Me enseñó a luchar. Me enseñó a ser fuerte, a tener más fe. Me enseñó que es posible vencer. Me enseñó, sobre todo, la importancia de la presencia, del apoyo y del cariño de la familia y de los amigos».

«Ante mi dolor, recordaba siempre que había mucha gente sufriendo allá afuera, a ejemplo de nuestros asistidos» – consocia Aline Alves de Oliveira

La consocia Aline Alves de Oliveira (de 30 años) estaba en punto álgido de su juventud y formación académica cuando fue diagnosticada de leucemia, el año pasado. Había concluido un Doctorado en Química por la Universidad de São Paulo (USP), campus São Carlos (SP), y hecho una pasantía en San Diego (Estados Unidos).

A diferencia de la mayoría de los pacientes, que al descubrir la enfermedad se rebelan, Aline hizo el camino inverso: aceptó el cáncer. «Es interesante notar que, hace tiempo, yo tenía pensamientos de que un día tendría leucemia. Hoy, sé que Dios me estaba preparando todo el tiempo. Cuando la enfermedad llegó, me quedé muy tranquila. Entendí todo esto como una misión de Dios, algo que yo necesitaba aprender y enseñar de todo eso. Por eso, agradezco la enfermedad, ella fue algo transformador».

Cuando estuvo muy mal, incluso internada en la Unidad de Terapia Intensiva, Aline también se acordaba de los Pobres a los que asistía en las Conferencias que participaba. «El privilegio de ser vicentino nos hace ser más fuertes en todo. Y enfrentar una enfermedad se vuelve algo mucho más llevadero. Estamos socorriendo a personas que están en situaciones de mucho sufrimiento y angustia. Sabemos bien cómo es pasar por tribulaciones. Además de todo esto, la creencia en alguna religión es fundamental para tratar enfermedades como el cáncer, y la fe permite que milagros ocurran en todo momento. Me siento bendecida por poder dar testimonio de milagros como el mío».

LA BENDICIÓN DE LOS POBRES

Aline es minera de Bom Sucesso, donde participaba de la Conferencia Santo Antônio de Padua. Se mudó a San Carlos para estudiar, ingresando en la Conferencia Nuestra Senhora Consoladora. Fue en esta segunda Conferencia donde experimentó un episodio hermoso. Una de las asistidas pidió ver a la consicia apenas estuviese curada. Al recibir el diagnóstico de la curación, a principios del año pasado, Aline fue a visitar a la asistida. «Esa señora no se cansó de pedir a Dios para interceder por mí. Y una vez más, Él atendió su súplica».

APOYO

Aline está muy agradecida a los consocios y consocias por haber rezado por su recuperación e, incluso, una familia vicenciana de San Carlos la apoyó mucho durante el tratamiento. La consocia cree que la recuperación ha ocurrido por medio de las cadenas de oración, en las que se colocaba bajo la intercesión de San Vicente, Ozanam y Nuestra Señora de las Gracias.

Todo apoyo fue indispensable para que se sintiera más fuerte durante la quimioterapia, o cuando perdió el cabello a causa del tratamiento. «Ante todo, es como se dice: ‘el pelo es lo menos importante'», relata.

Aline ya recibió el alta. Ahora, vencida la enfermedad, evalúa lo que aprendió de ella. «La leucemia me enseñó que la vida vale más que el oro. Cada día que despertamos es un regalo de Dios y debemos agradecerlo. Hoy, agradezco durante todo el día por estar viva y poder testimoniar el milagro de Él en mi vida. Además, aprendí a aprovechar los momentos con la gente, porque no sabemos cuándo llegará la hora de cada uno. Todo pasa muy rápido y la vida es imprevisible».

Fuente: revista «Boletim Brasileiro»

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