Is 61, 1-3; Sal 22; Jn 10, 11-16.
“Yo soy el buen pastor”
Inmediatamente después de declarar que él es “la puerta”, Jesús declara: “Yo soy el buen pastor”. Él se describe a sí mismo no sólo como “el pastor”, sino como “el buen pastor”. Debe entenderse que
Jesús es el buen pastor, no simplemente “un buen pastor”, como otros pueden serlo, sino que es único. La palabra griega kalos, traducida como “bueno”, describe lo que es noble, sano, bueno y bello, en contraste con lo malo y desagradable. Significa no sólo lo que es bueno interiormente, sino también lo que es atractivo exteriormente, con una bondad innata. Por lo tanto, al usar la frase “el buen pastor”, Jesús está haciendo referencia a su bondad inherente, su justicia y su belleza. Como el pastor de las ovejas, él es el que protege, guía y nutre a su rebaño.
En Pascua hemos celebrado su resurrección, lo hemos visto, hemos creído en él, ¿seguimos creyendo? ¿Seremos capaces de ser pastores en aquellos sitios donde nos encontramos? ¿Nos expondremos al peligro por salvar a alguien que se aleja del camino? Reflexionemos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Adrián Acosta López, CM
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