Llevando la Buena Noticia a la gente de la Amazonía – Misión del Tefé, Brasil

por | Sep 22, 2018 | Congregación de la Misión, Noticias | 0 Comentarios

“Partir… Partir, caminar, dejar todo, salir de si, Quebrar la costa del egoísmo que nos cierra en uno mismo. Partir sin miedo…” (Dom Helder Camara)

Cuando se vuela sobre la Amazonía, las personas que llegan, principalmente un/a misionero/a, llenos de curiosidad y de expectativas, no imaginan qué van a encontrar en esa selva, traspasada por muchos y grandes ríos. Así ellos se hayan informado o investigado o leído, no se imaginan la complejidad de la vida en ese territorio inmenso con varias “Amazonias”, dada la gran diversidad. En la medida que se van adentrando en esa biodiversidad, al convivir con la realidad, con la naturaleza, con los habitantes, con sus costumbres y cultura, van conociendo, poco a poco, el acontecer de ese mundo con un pasado y un presente envuelto en aventuras, historias, mitos y leyendas. Se sabe que la Amazonía aún se muestra como “un enigma que debe ser descifrado”. Por eso, esta realidad no se puede abordar con una mirada simplista, folclórica, estereotipada, o exótica , o verla como una cultura atrasada, o como una inmensa granja de recursos hídricos y minerales para el mundo.

La Amazonia siempre se presenta desafiante, por sus grandes distancias geográficas donde se esparce su población, con precarios medios de transporte, de comunicación y de atención básica, haciendo difícil cualquier acción hacía ella.

En el aspecto religioso, además de las creencias de los pueblos tradicionales, la Iglesia católica está presente, así como muchas denominaciones evangélicas pentecostales, las cuales están en continuo crecimiento. Fue el catolicismo el primero en llegar a esas tierras, con sus misioneros, a partir del siglo XVII, estableciendo poblaciones y ciudades en las márgenes de los ríos. Abandonando su patria, muchos misioneros entraron por ríos y selva, con espíritu misionero marcado por la dedicación y donación de la propia vida. Pero, desde el proyecto evangelizador de la época, el rigorismo doctrinal y la práctica sacramental predominante, establecieron un dualismo entre lo que se proponía y lo que la gente vivía. El catolicismo surgido de esa relación “pasa a ser practicado sin la presencia del clero”, sin la necesidad de la mediación del sacerdote y con un liderazgo de los laicos.

Con los grandes proyectos del gobierno, en la década de los 70, viendo el crecimiento económico y la integración de la Amazonía con el resto del país, se produjo un proceso de migración hacía el resto del país y una grande afluencia de personas de otras regiones del país hacía la Amazonía. La consecuencia de este hecho comenzó a ser llamada “Urbanización de la Pobreza”.

En este proceso de desarrollo, la ciudad centenaria de Tefé, vivió un crecimiento que la hizo expandirse, creando nuevos barrios y superpoblando otros más antiguos. Uno de ellos, tradicional y bien cerca del centro de la ciudad, es el barrio de Abial, densamente poblado, donde está instalada nuestra Misión Internacional. Situado en una pequeña elevación junto del lago de Tefé y atravesado por el pequeño río Xidarini; en tiempo de lluvias, se puede acceder a él con pequeñas embarcaciones motorizadas (“rabetas o catraias”) que transportan cerca de 8 personas. Al desembarcar, el panorama que se tiene de inmediato, es impactante. Como en otras partes del Amazonas, el proceso de urbanización no acompañó el ritmo de la llegada de las personas. Las calles, que están asfaltadas, están en malas condiciones, haciendo que el alcantarillado sea expuesto. Las casas, bien unidas unas a las otras, no ofrecen espacio de privacidad y de condiciones adecuadas de higiene, dando margen a veces a la promiscuidad.

Existen tres colegios, uno municipal y dos estatales, todos se conservan bien y allí, numerosos estudiantes gozan de las comodidades para el estudio y el deporte. De todas maneras, la búsqueda de la supervivencia, lleva a los jóvenes a apostar por los medios más fáciles, inmediatos e ilícitos de ganarse la vida, generando un círculo vicioso en el cual la violencia se hace presente.

Pisar la Amazonía, y de modo especial el Amazonas, es pisar una tierra marcadamente indígena, de igual manera ocurre en Abial. Las personas, en su mayoría, muestran con sus rasgos físicos, la belleza y las marcas de sus ancestros indígenas. De igual manera en sus costumbres, en el modo de construir las casas –especialmente en madera y sobre postes (palafitos)– en sus hábitos, en su comida, en las manifestaciones religiosas y en sus modos de convivencia.

La parroquia del Abial, creada hace diez años, es constituida por cuatro comunidades: la iglesia matriz, con un buen espacio para sus actividades; las otras tres comunidades están ubicadas a poca distancia de la matriz: una en la parte alta del barrio –Comunidad de Cristo Rey-, otra, en una colonia de pescadores –Comunidad Cristo Redentor-, y la tercera, en una reciente ocupación urbana –Comunidad San Vicente de Paúl– fruto de la presencia vicentina reciente.

La vitalidad de esas comunidades llama la atención, por el grado de participación del pequeño grupo de personas que las frecuentan, demostrada en la preparación y realización de las celebraciones, en la catequesis y en la responsabilidad en mantener y conservar la comunidad. Hubo un gran empeño en dotar la parroquia de una buena estructura material, fruto además, del trabajo comunitario que hizo crecer el sentido de pertenencia.

Después de ocho meses de convivencia en el barrio de Abial, teniendo en cuenta esa realidad, ha sido importante pensar cómo atenderlo pastoralmente, teniendo en cuenta su historia, su cultura, la identidad y las manifestaciones de sus habitantes.

Es importante tener en cuenta las palabras del aún Cardenal Jorge Bergoglio, antes de ser el Papa de la “Iglesia en salida y accidentada”, que nos recordaba que es importante “una mirada transcendente de fe” para observar o percibir quien está detrás de una realidad como esa. Es la mirada comprometida con la situación de las personas concretas, con su historia, con su cultura, con su identidad y religión. Nuestra presencia como Congregación de la Misión allí, exigirá de nosotros el uso de todos los medios para desarmar nuestros miedos y no crear en nosotros un sentimiento de impotencia pastoral: madurez humana y de fe, en la cual la humildad nos ayude a querer aprender, la paciencia en el caminar con las personas y comunidades y el respecto en ese caminar posibilitaran un importante y fructuoso diálogo para el anuncio del Reino una mística apropiada para la región, conforme con la Comisión Episcopal para la Amazonía de la CNBB.

Autor: P. Paulo Venuto, CM
Fuente: https://cmglobal.org/

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