Os 10, 1-3. 7-8. 12; Sal 104; Mt 10, 1-7.
“Y de camino proclamen que el Reino de los cielos está cerca”
Ante tanto dolor y enfermedad Jesús llama a sus doce apóstoles y les da poder para expulsar demonios, sanar enfermedades, resucitar muertos.
Al igual que a ellos, Jesús al llamarnos, al invitarnos a seguirle, lo hace otorgándonos el poder para realizar lo mismo, y nos promete su compañía. Pero cuidado, decir que él nos acompaña y guía no es decir que será fácil, no olvidemos que el envío es para enfrentar la enfermedad, los demonios y la misma muerte de los que más sufren.
Al igual que los Apóstoles, solo lo lograremos trabajando primero en nosotros mismos, y para ello necesitamos confrontarnos y saber reconocer qué demonios nos atormentan, nos atan y nos impiden ser libres para ir a donde Jesús nos pida; ser saludables, o lo que es lo mismo, no tener enfermo el corazón, ser capaces de entregar la vida gratuitamente en servicio de los demás sin esperar nada a cambio, y de servir de un modo especial a los más pobres, anunciándoles la Buena Nueva del Reino.
¡Alegrémonos porque fuimos llamados! ¡Alegrémonos por todos los que buscan al Señor!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Norma Leticia Cortés Cázares
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