Ez 2, 2-5; Sal 122; 2 Cor 12, 7-10; Mc 6, 1-6.
«Te basta mi gracia; mi mayor fuerza se manifiesta en la debilidad»
«En casa del herrero, azadón de palo”. Solemos escuchar este dicho cuando alguien carece en casa de las herramientas de su profesión, o no la aplica entre los suyos: el chef que no cocina para la familia, los hijos de maestros que van bajos en las calificaciones, quien se dedica a la limpieza tiene su casa revuelta, en fin la lista pudiera ser larga.
Jesús no quiso hacerlo así y regresó a su pueblo, para compartirles la buena nueva del evangelio. Sin embargo, su pueblo lo rechazó, no hubo milagros, despreciaron al paisano. ¿Cuántas veces hemos despreciado la ayuda de algún familiar por no confiar en él y preferimos a desconocidos?
San Pablo nos da una posible razón: decidimos, por falsa modestia, no compartir las gracias que hemos recibido de Dios; Pablo decide anunciar más bien sus debilidades.
Te invito a aprovechar este día para hacer dos listas, una de las gracias que has recibido de Dios y otra de tus debilidades ¿cuál crees que sea más larga?
Concédenos Señor sentirnos fuertes en la debilidad y saber poner nuestros dones a tu servicio.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Norma Leticia Cortés Cázares
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