Sab 1, 13-15; 2, 23-24; Sal 29; 2Cor 8, 7.9.13-15; Mc 5, 21-43.

“No temas, basta que tengas fe”

Cuántos de nosotros andamos por la vida con heridas secretas como la mujer del evangelio, heridas causadas por la enfermedad, la discriminación, la exclusión en nuestra propia casa, en nuestra parroquia, en el trabajo. Jesús nos invita a no temer, a confiar en él.

Los que nos quieren piden a Jesús que nos sane. Por nuestra parte, podemos pensar en tantos hermanos que llevan heridas grandes, aunque secretas para quienes, aun teniendo ojos, no vemos. A ellos y a nosotros Jesús nos dice hoy: “hijo, hija… tu fe te ha sanado. Vete en paz y con salud”; “te lo digo a ti (aquí puedes poner tu nombre), ¡levántate!”.

Para conseguir la paz, la salud y la  dignidad, en ocasiones es necesario transgredir ciertas normas o tradiciones, como lo hizo la mujer; arriesgarnos con la misma cautela, pero también con la fe puesta en aquel que es la Justicia, la Paz, la Vida.

Pidamos a Jesús que nos ayude a no buscar de más, malgastando nuestro tiempo, dinero y energías en esconder nuestras heridas; que nos ayude a creer lo que dice la escritura: “Al que tenía mucho, no le sobraba; al que tenía poco, no le faltaba”.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Norma Leticia Cortés Cázares