El 26 de mayo de 1968, la misión de Hebo (Eritrea) de la antigua Provincia de Nápoles, cosechó los primeros frutos de su segunda presencia misionera que había comenzado en 1947: 8 ordenaciones sacerdotales. Ahora, no fueron los primeros abisinios en ser ordenados ya que antes había dos sacerdotes más: Abba Teclehaimanot Tesfu y Abba Fessehatsion Barnabas, ambos que ingresaron a la comunidad como sacerdotes. Estos ocho cohermanos recién ordenados, Abba Tsegai Berhe, Abba Semereab Miguel, Abba Teclezghi Bahta, Abba Rufael Mehari, Abba Yohannes Ghebrezghiabiher, Abba Ghebremeskel Fesseha, Abba Weldemariam Zerayohannes y Abba Kiflemariam Asghodom, fueron recibidos en apostolados incluso antes de la construcción de la casa de Hebo, la primera Casa de la misión.
Después de su formación inicial en Hebo y Asmara, fueron enviados al Seminario Interno (Noviciado) en Nápoles desde 1961-1963. Habiendo concluido el Seminario Interno, regresaron a Eritrea para estudiar filosofía y teología con los monjes cistercienses de Asmara, el mismo grupo que más tarde fundaría el “Instituto Teológico Católico de Asmara”, un instituto teológico que educaría a muchos de sus sucesores de todas las diócesis y comunidades religiosas. Antes de la ordenación sacerdotal, estudiaron durante dos años en los Estados Unidos de América para mejorar su formación. Al final de esta experiencia, regresaron a Eritrea y fueron ordenados sacerdotes el 26 de mayo de 1968 en Hebo. Este fue un gran evento para todos, proporcionando un ímpetu tremendo a nuestra misión.
El 6 de julio de 2001, Abba Semereab Michael se mudó a la casa de los sacerdotes. Él tenía 64 años. Desafortunadamente, Abba Semereab murió de un fuerte y fulminante paro cardíaco. Esta fue una gran pérdida para la Viceprovincia San Justino de Jacobis en aquel momento ya que Abba Semereab era una persona muy inteligente y dinámica.
Sin excepción, todos estos hombres lo han dado todo y continúan haciendo lo mejor para la misión, la Iglesia y los pobres. Estos cohermanos, aunque de naturaleza y carácter tan diferentes, se han distinguido por su fidelidad al Señor y a la Congregación en su generoso servicio a los pobres. Siempre han trabajado duro: cuidando a los niños que perdieron a sus madres durante el parto, involucrándose en las secuelas de las muchas guerras que han afligido a su gente. Sobre todo, han trabajado en el sector de la educación, el motor de cualquier desarrollo en la sociedad. En estos días, algunos de ellos se han visto obligados a reducir su ritmo de trabajo simplemente porque sus piernas están cansadas y necesitan descansar. Oremos al Señor para que continúen siendo auténticos padres de la Provincia San Justino de Jacobis, una provincia que ayudaron a construir con sudor y lágrimas, e incluso con sangre. Además, oramos por todos sus hijos espirituales, los jóvenes y no tan jóvenes cohermanos de esta Provincia, para que ellos también puedan imitar la fidelidad, la integridad de vida y el servicio generoso, no solo de San Justino de Jacobis, el Padre de nuestra Provincia, sino también de estos cohermanos ejemplares, misioneros dignos de ese nombre. ¡Amén!
Padre Zeracristos Yosief, CM, Asistente General
Traducción: Felipe Cano, Provincia de Colombia
Fuente: cmglobal.org
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