Sant 5, 9-12; Sal 102; Mc 10, 1-12.
“Moisés prescribió esto debido a la dureza de su corazón”
Jesús habla de la dureza de corazón de algunas personas en el matrimonio, insensibles ante las necesidades de quienes están a su lado compartiendo la vida, el techo y el pan, la familia.
Un corazón duro es un corazón frio, sin vida, un corazón que no late, porque está muerto.
Son tristes las familias donde todos llegan y se encierran en su cuarto, y cuando llega quien grita, quien pega y quien maldice, apagan su luz y se hacen los dormidos, para evitar discusiones. El papa Francisco dice respecto al matrimonio: “El matrimonio es un trabajo de todos los días, se puede decir que artesanal, porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a la mujer, y la mujer más hombre al marido”.
Es decir, cada uno se tiene que esforzar día a día por sacar lo mejor del otro, como ser humano, como persona, como papá, como mamá, como varón, como mujer, como hijo, como hija, como ciudadano, como hijo de Dios.
Esto vale para el matrimonio y para toda relación humana auténtica de amor y amistad. Porque si yo ayudo a ser mejor persona a aquel con quien comparto el camino de la vida, todos ganamos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús Santoyo Mondragón, cm
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