Ez 37, 21-28; Jer 31; Jn 11, 45-56.
“Es mejor que muera uno solo por el pueblo”
Mientras que para la élite religiosa es preferible que muera uno por todo el pueblo, para Dios ninguna vida de sus hijos es desechable.
El evangelio nos lleva a preguntarnos ¿quién querría exterminar a una persona que hace el bien a manos llenas, a tal grado que deja sorprendidos a quienes lo miran?
La respuesta está en el mensaje que Jesús ofrece a los que le escuchan, y aún las obras que realiza hablan de su origen. Jesús está anunciando que Dios, aquel que los sacerdotes creen tener pasivo y guardado en el templo, se ha escapado al mundo, porque lo suyo no es esperar a que el hombre llegue a purificarse, sino que sale al encuentro de su vida en todas sus dimensiones para sanarlo y levantarlo.
Si Dios está afuera, no tienen sentido tantos preceptos, además, no tiene sentido la purificación misma, los animales vendidos y comprados en el templo, los cambistas de monedas, la misma función de los sacerdotes queda en el aire.
A estos hombres no les interesa tanto lo que Dios haga o deje de hacer, lo que sí les importa es mantener una sana política con el Imperio Romano, a fin de no perder sus privilegios y seguridades. Una imagen tan vieja y tan de nuestros días.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez Mireles, cm
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