2 Cron 36, 14-16. 19-23; Sal 136; Ef 2, 4-10; Jn 3, 14-21.
“El hijo del hombre tiene que ser levantado en alto para que todo el que crea en él tenga vida eterna”
En Jesús nuestra vida se amplía, se renueva, se hace plena. Ese mensaje está en el centro del Evangelio, y las primeras comunidades cristianas lo creyeron firmemente y lo comunicaron a las siguientes generaciones.
El Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto, para mirarlo y dejarnos mirar, para tenerlo de referente en los proyectos que emprendamos, en los sueños que persigamos, en los cambios sociales que necesitamos realizar. Mirarlo cual faro que ilumina nuestra vida toda dándole dirección.
Dios nos amó primero y sin escatimar nada, él tomó la iniciativa de estar a nuestro lado, quiso incluso hacerse uno como nosotros, se encarnó en nuestra historia. Y hecho hombre, Jesús de Nazaret nos muestra el camino hacia el Padre, es decir, su vida, su misión, su obediencia, su compasión.
Queda la respuesta libre que cada uno desee darle: creerle o no hacerlo, asumir sus enseñanzas o dejarlas de lado, encontrar en él la vida plena o buscar sin descanso en los rincones del mundo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez Mireles, cm
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