Jesús es el Hijo amado de Dios quien lo entrega a la muerte por nosotros. Proclama él la Buena Noticia del reino. Lo escuchan sus verdaderos seguidores y colaboradores.
Inaugura Jesús el reino de Dios. Con toda razón, pues, se resiste a Satanás, la fuerza adversa al reino de Dios y su justicia. De ninguna manera le gustan adversarios que quieran desviarlo de su misión o hacerlo tropezar. Busca, más bien, colaboradores.
Y, por eso, llama a los hermanos Pedro y Andrés, y, luego, a Santiago y a su hermano Juan. Pero resulta que tener a Pedro, Santiago y Juan por colaboradores es casi como tenerlos por adversarios (Mc 8, 31-33; 10, 35-45). Los tres dejan mucho que desear aún.
Así que Jesús tiene mucho trabajo por delante como formador de colaboradores. Por eso, continúa formándolos. Por su transfiguración, les da a Pedro, Santiago y Juan un vislumbre de su condición divina. La teofanía los asusta y atrae a la vez. Por eso, dice Pedro: «Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Sale una respuesta de la nube: «Éste es mi Hijo amado; escuchadlo». Nada se menciona de las chozas. Y decepcionados quizás, ya no ven los discípulos a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Se desaparecen los represantes de la ley y de los profetas. Solo Jesús importa.
Solo Jesús les importa a los colaboradores potenciales.
Indudablemente, es importante ver a Jesús en su gloria. Pero es importante también verlo en su condición de esclavo. Pero lo sumamente importante, para que seamos colaboradores suyos, es que escuchemos a Jesús, transfigurado o desfigurado.
Son éstas, pues, las preguntas obvias que hay que hacer: ¿Escuchamos nosotros a Jesús? ¿Colaboradores somos o adversarios? Como lo da a entender san Vicente de Paúl, tenemos que anunciar nada más que lo que Dios nos inspira mediante su Hijo amado (SV.ES XI:237, 240). También hemos de escuchar a Jesús al enseñarnos él, a petición nuestra, qué haría si estuviera en nuestro lugar.
Y, claro, se espera de los seguidores de san Vicente que «le demos vuelta a la medalla» (SV.XI:725). Debemos ver y escuhar a Jesús en su condición humana, en los pobres que lo representan.
Señor Jesús, concédenos un corazón noble que reciba tu palabra y tu sacramento. Haz que demos fruto abundante como colaboradores tuyos.
25 Febrero 2018
Domingo 2º de Cuaresma (B)
Gen 22, 1-2. 9a. 10-13. 15-18; Rom 8, 31b-34; Mc 9, 2-10
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