Sant 1, 12-18; Sal 93, 12-19; Mc 8, 14-21.
“Sólo llevaban un pan en la barca”
Ah, Jesús, qué solo te dejamos. Qué poco de acompañamos y comprendemos. Los discípulos andan muy preocupados porque no tienen panes. Por eso nos preguntas: “¿Por qué están hablando de que no tienen panes? ¿Es que tienen la mente embotada? ¿Teniendo ojos no ven y teniendo oídos no oyen?”
Los discípulos habían presenciado las multipli- caciones de los panes. Ahora, en la barca, tienen en medio de ellos al que es “el pan verdadero”, pero no entienden. Piensan según la levadura de los fariseos o según el pensamiento único que los rodea. Y esa levadura tiene apariencia de justicia, pero es sólo justicia de apariencias. Se salvan a sí mismos con sus almacenados méritos. Convierten a Dios en un sellador de pases para la gloria que ellos se han conseguido con sus observancias externas. Están blindados contra la gracia de descubrirse necesitados. Se creen más cerca de Dios porque están lejos de los pobres y pecadores.
¡Cuídense de esta levadura de los fariseos!
Es una tentación diaria, es el desconocimiento del amor y de la misericordia, y del compromiso que es agradecimiento con este Jesús, único pan verdadero que va con nosotros en la barca de la vida.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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