Is 26, 1-6; Sal 117; Mt 7, 21.24-27.
Edificar sobre roca o edificar sobre arena… he ahí el dilema. Unos construyen la casa de su vida sobre la fama, otros sobre el placer, otros sobre el injusto dinero, o sobre el poder. Pero Jesús es claro: “el que escucha mis palabras y no las pone en práctica es como el necio que edificó su casa sobre arena”, Vinieron las turbulencias, la enfermedad, o los pleitos… y todo se fue a la ruina.
Esto me recuerda las palabras del gran teólogo protestante Dietrich Bonhoefer: “La gracia barata es el enemigo mortal de nuestra Iglesia, es la gracia considerada como una mercancía que hay que liquidar, es el perdón malbaratado, el consuelo malbaratado, el sacramento malbaratado; es la gracia como almacén inagotable de la Iglesia, de donde la toman unas manos inconsideradas para distribuirla sin vacilación ni límites; es la gracia sin precio, que no cuesta nada… Es la predicación del perdón sin arrepentimiento, el bautismo sin disciplina eclesiástica, la eucaristía sin confesión de los pecados, la absolución sin confesión personal. La gracia barata es la gracia sin seguimiento de Cristo, la gracia sin cruz, la gracia sin Jesucristo vivo y encarnado…
La gracia cara es el Evangelio que siempre hemos de buscar, son los dones que hemos de pedir, es la puerta a la que se llama…es gracia porque llama al seguimiento de Jesucristo; es cara porque le cuesta al hombre la vida, es gracia porque le regala la vida; es cara porque condena el pecado, es gracia porque justifica al pecador. Es cara porque le ha costado a Dios la vida de su Hijo…”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Catalina Carmona Librado, HdC
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