2 Mc 7, 1.20-31; Sal 16, 5-8.15; Lc 19, 11-28.
(El pasado domingo reflexionamos sobre esta parábola en el texto paralelo de san Mateo. Puedes releer aquel comentario).
«Ellos creían que el reino de Dios aparecería de un momento a otro”. Pero Jesús nos presenta el Reino como tiempo de siembra. Aún no es domingo, estamos en días laborales. Hay que trabajar y producir. Para eso el Señor puso en tus manos sus semillas y dones. Decía san Vicente de Paúl: “No basta con obrar de modo que Dios reine en nosotros, buscando así su Reino y su justicia, sino que además es preciso que deseemos y procuremos que el Reino de Dios se extienda por doquier…no nos arredren las dificultades; se trata de la gloria del Padre eterno y de la eficacia de la palabra y de la pasión de su Hijo. La salvación de los pueblos y nuestra propia salvación, son un beneficio tan grande que merecen cualquier esfuerzo, a cualquier precio que sea; no importa que muramos antes, con tal que muramos con las armas en la mano”. “Al que tiene, se le dará más, y al que no tiene, se le quitará lo poco que tiene”, dice Jesús. Y no es en su boca una norma capitalista, es la descripción de la vida interior. Al que vive su pequeña fe, se le dará más, y al que la comparte, se le acrecentará. A quien comparte el perdón que recibe de Dios, se le perdonará más; al que no lo comparte le faltará sinceridad para recibirlo; el que se pone a servir y curar a los demás, encontrará salud, y el que les lleva consuelo será consolado. Quien esconde su fe por miedo, se le irá apagando y se irá quedando sin la poca que tenía. Y conocerá el vacío y la tristeza.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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