Rom 3, 21-30; Sal 129; Lc 11, 47-54.
Les pedirán cuenta de la sangre de los profetas
Sigue Jesús desenmascarando a los fariseos y a los doctores de la ley, que construyen sepulcros a los profetas “que los padres de ustedes asesinaron” Sí, ellos están dispuestos a honrar a los profetas muertos, haciendo la comedia de edificarles monumentos, pero no hacen caso de los profetas vivos. Jesús nombra a dos: Abel, sacrificado por su hermano Caín (Gen.4), y Zacarías, a quien mataron por encargo del rey Joás (cfr 2, Crón 24) los nombra como el primero y el último de una serie de profetas que acabaron igual.
Hoy nos sigue sucediendo lo mismo, primero quitamos de en medio a aquellos que nos incomodan, para luego levantarles monumentos en nuestras plazas haciendo grande fiestas en su honor. Pero hay un profeta, el Profeta Jesús que no pudieron acabar con él, que sigue vivo y nos sigue ofreciendo su mensaje de salvación, tantas veces reconfortante y tantas veces incómodo para nuestras situaciones de complicidad o de indiferencia ante las injusticias.
También al final de nuestra vida se nos pedirá cuenta de tantas oportunidades que Jesús nos ofreció para acercarnos a Él y a los hermanos, del tiempo gastado inútilmente, de tantas palabras dichas sin sentido o hirientes, de tanta indiferencia o desamor.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Benjamín Romo Martín, cm
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