Sabiduría irresistible e increíble

por | Oct 18, 2017 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Posee Jesús palabras y sabiduría a las que no pueden hacer frente ni contradecir sus adversarios.

Les gusta a los fariseos que la gente reconozca su sabiduría y los llame maestros.  E, indudablemente, demuestra que son sabios la pregunta con trampa que, mediante sus enviados, dirigen a Jesús.

La pregunta es comprometedora, poniendo a Jesús entre la espada y la pared.  Si contesta no, se meterá en problemas con la autoridad romana.  Y si dice que sí, se delatará enemigo del pueblo judío, colaborador de los invasores opresivos.

Pero resulta que la sabiduría de los fariseos es la de los que se atrapan en su propia astucia.  Evita Jesús el dilema y les echa en cara además a los tentadores su hipocresía.

Son hipócritas, en primer lugar, pues halagan con la boca y muerden con la cola.  En segundo lugar, fingen buscar la opinión de Jesús cuando en realidad ya han llegado a una decisión.

Y su decisión ha sido no dejarse molestar por la posesión y el uso de la moneda del impuesto.  Es que sin más se la presentan a Jesús.  Y ella lleva la imagen del César y la inscripción que lo proclama divino.  Más hipócritas todavía se descubren, entonces, porque ajustan la ley mosaica al mundo romano.  Y, ¿será posible que sus acomodaciones no los comprometan?  Seguramente, tienen que pagarle al César lo que es del César.

El compromiso de Jesús es con Dios y su reino y su justicia.

Siendo judío, Jesús sostiene que «del Señor es la tierra y cuanto la llena».  Así que ningún dominio político queda fuera del poder de Dios.  Por eso, no puede haber separación absoluta entre el poder espiritual y el poder temporal.  A Dios han de ceder Ciro y el César.  Es decir, la primacía pertenece al reino de Dios y su justicia.

Y como el Reino es de los pobres, no es de extrañar que el compromiso de Jesús sea con los pobres también.  Después de todo, son ellos quienes llevan, más que nadie, el yugo romano injusto e insoportable.

Así que haciéndose solidario con los sin poder, Jesús los declara predilectos suyos.  Los pobres no son de ningún soberano mundano; son de Dios.  Y los libra Jesús de la garras de aquellos que los venden por un par de sandalias.

Y esa locura de Cristo se convierte en sabiduría.  Por ella, se enredan en su astucia los que cambian la gloria de Dios por la imagen del César.  Huelga decir que nuestra sabiduría está en reconocer con profunda convicción espiritual que «nuestro lote son los pobres» (SV.ES XI:324).

Señor Jesús, haz que cobremos nueva sabiduría participando en la mesa de tu pan y de tu palabra.

22 Octubre 2017
29º Domingo del T.O. (A)
Is 45, 1. 4-6; 1 Tes 1, 1-5b; Mt 22, 15-21

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