Is 25, 6-10; Sal 22; Filp 4, 12-14, 19-20; Mt 22, 1-14.
El banquete está preparado…
Esta parábola es de total actualidad. La invitación a la fiesta del amor y de la fraternidad sigue escuchándose en el corazón de todo ser humano, pero los convidados no hacen caso. Están ocupados en sus tierras, en sus negocios… ¿Dónde va la humanidad, –y nosotros mismos– buscando la felicidad? Vemos cómo para la gran mayoría, la felicidad está en tener más, comprar más, poseer más cosas, acumular y acumular… Otros muchos buscan la satisfacción y el gozo inmediato e individualista: sexo, droga, diversiones, fiestas y borracheras de fines de semana, con todo esto tratando de huir de la realidad de los problemas, refugiándose en el placer del presente. Hay quienes también se dedican al cuidado de cuerpo: lo importante es mantenerse en forma, ser joven o parecer joven, no envejecer nunca. Todo este deja en la insatisfacción. La invitación de Dios sigue resonando. En medio de nuestra vida, a veces tan alocada y superficial, en medio de nuestra vana búsqueda de felicidad total.
¿No estaremos desoyendo una invitación que quizá, otros hombres y mujeres, sencillos y pobres están escuchando con gozo en los cruces de los caminos?
¿No seremos nosotros hombres y mujeres que carecen de oído para lo religioso?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Benjamín Romo Martín, cm
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