“Mirando al cielo, pronunció una bendición y les dio los panes a los discípulos para que los distribuyeran a la gente”
Núm 11, 4-15; Sal 80; Mt 14, 13-21.
Una de las oraciones de Jesús, que compartimos con la gente en las misiones populares, es la siguiente: “Te bendigo Padre Dios y Padre Bueno, y te doy gracias, porque así te parece bien. Hágase tu voluntad. Amén”.
Es una oración muy sencilla, profunda y eficaz que da muy buenos resultados, y de manera especial para los momentos o acontecimientos más difíciles que nos toca vivir.
Bendecir a Dios en todo momento y darle las gracias, es una manera muy clara de reconocer quién es Dios para nosotros y definir qué lugar ocupar en nuestras vidas.
Seguramente a nosotros –en nuestras cortas miradas o pensamientos muy limitados– no nos parezca nada bien lo que nos llega a acontecer o nos llega a sorprender inesperadamente (una enfermedad grave, la muerte de un ser querido, etc, etc.), pero el hacer de corazón esta oración nos deja mucha paz nos permite “fluir” conforme a la voluntad de Dios.
Con esta oración de Jesús, las personas afianzan más fuertemente su oración y su relación con Dios.
Y tú oración…. ¿Cómo es?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Servando Sánchez Ayala, cm
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