Hch 13, 26-33; Sal 2; Jn 14, 1-6.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”
De nuevo el “Yo soy” de Jesús que nos invita a enfocar bien nuestra fe y nuestro camino. Nuestra fe no consiste en aceptar palabras o ideas, sino a una persona: Jesucristo. No creemos en sus palabra, ni en sus acciones, creemos en Él y desde Él tienen valor y significado sus palabras y sus acciones.
Por eso no nos dice: “Yo les voy a señalar el camino”, sino: “Yo soy el camino”, quien me acoge en su corazón ya está en un camino nuevo, camino de vida verdadera. No sólo nos dice palabras verdaderas, sino: “Yo soy la verdad”, el que me acepta y permite que viva en él, descubrirá lo que significa ser hombre en verdad y sabrá la razón verdadera para la que fue llamado a este mundo. “Yo soy la vida”, es decir, quien se abre a mi acción, será inundado por una vida abundante, luminosa, que es la vida de Dios que plenifica al ser humano.
Nadie puede entregarle el corazón a un puñado de palabras o ideas. Nadie puede sentirse acogido, abrazado, amado, por una serie de doctrinas. Es Jesucristo el centro de nuestra fe y nuestra esperanza. Quien lo acoge en el corazón y lo toma de la mano, comenzará a recorrer el camino de la verdadera vida, de la vida en plenitud.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero, cm
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