Hch 8, 26-40; Sal 65; Jn 6, 44-51.
“Quien coma de este pan vivirá para siempre”
Seguimos leyendo el discurso sobre el Pan de Vida que Jesús pronuncia después de la multiplicación de los panes. El discurso tiene claras referencias al Éxodo, cuando Dios alimentó al pueblo con el maná que caía del cielo.
El pueblo de Israel en su camino por el desierto hacia la tierra prometida, es decir, hacia la libertad, hacia la dignidad, llegó a sentirse extenuado. Yahvé le sostuvo la vida y la esperanza con el maná. Es una hermosa figura de Jesucristo, a quien el Padre, en la plenitud de los tiempos, envió para sostener el camino de los hombres, en este peregrinar nuestro, a veces duro y extenuante, por la vida.
Jesús es el nuevo maná, mucho más eficaz que el antiguo, porque sostiene y fortalece hoy al pueblo que camina, buscando esa “tierra prometida” de una vida digna para todos, de un mundo en paz, de una humanidad reconciliada. Lo guía mostrándole el camino, lo alimenta con la vida de sus sacramentos y le susurra al corazón que no desista, que no pierda la esperanza porque esta vida es camino hacia una plenitud indescriptible, y que si deja que Jesús viva en él, podrá comenzar a vivir esa plenitud ya desde aquí, en este camino que es la vida.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero, cm
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