Hch 5,27-33; Sal 33, 2.9.17-20; Jn 3, 31-36.
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna…”
A finales de julio (2016) el Papa Francisco pedía dos cosas a los jóvenes reunidos en Cracovia: mirar adelante y ahondar la vivencia de la fe recibida. ¿No nos sirve también para ti y para mí? Él decía: “No dejen que la vida les ponga muros… Esa fe que tienen en sus manos es para mirar hacia delante…
Hoy se está jugando en el mundo una partida en la que no hay sitio para los suplentes, o juegas de titular, o estás afuera. Toma la memoria recibida, mira el horizonte, y asume la realidad y llévala adelante, hazla fecunda”.
“No hay suplentes”; nadie puede hacer lo que a ti te corresponde. Nadie puede sustituir el fruto de tus dones. “El que cree en el Hijo tiene la vida”. Y esa vida suya en ti –si la acoges y alimentas–, produce maravillas. Si la descuidas o minusvaloras, se quedará estéril, estarás en la grada de los ociosos suplentes o de los mirones. O de infiltrado en el equipo contrario al del Señor Jesús. “El que se resiste al Hijo no verá la vida”. Y ni tú ni yo queremos esta desdicha para nosotros, y tampoco para los demás. Para nadie.
“No dejen que la vida les ponga muros”, ni de prejuicios, ni de cansancio, ni de rencores, ni de desamor, ni de descuido de quienes nos necesitan.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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