“Genealogía de Jesús, Mesías, hijo de David, hijo de Abrahán; Abrahán engendró a Isaac; Isaac a…”
Gén 49, 2. 8-10; Sal 71, 2-17; Mt 1, 1-17.
Le dije: ¿Hay alguna otra parte del Evangelio tan repetitiva y aburrida como ésta de hoy? Me respondió:
¡Es preciosa, apasionante, única! Y es resumen y anuncio de todo lo que sigue en las páginas evangélicas.
Patriarcas, reyes, pastores, esclavos, libres, nativos, extranjeros, santos, criminales, idólatras, fieles. Y, asumiendo toda esta mezclada turbulencia humana y naciendo de ella para redimirla, Jesús de Nazaret, aquel de quien el Padre dice: “¡Este es mi Hijo amado!”
Cinco mujeres aparecen en esta lista. Entre ellas hay nativas y extranjeras, y hay desde quienes probaron la prostitución o el adulterio hasta la que vivió la total y radiante virginidad. Y proveniente de estas entrañas, aquel de quien se cantará: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”
Y está ahí: débil, entregado, pobre, enraizado en la historia real e, incluso, sin el amparo moral de una genealogía limpia de polvo y paja. Y no por eso vivió acomplejado, sino libre siempre. Ahí está. Viene a ser tu amigo mejor. Como lo pobres, no se impone; sólo pide.
¡Gracias, Jesús, niño de María, hijo del Padre…!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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