“Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla, y al que llame a la puerta, se le abrirá”.
Gal 3, 1-5; Lc 1 ; Lc 11, 5-13.
Si se trata de eso, Señor, yo quiero también pedirte: El don de la serenidad en los días difíciles, no quiero soltarme nunca de la seguridad de tu compañía.
Te pido también Señor me hagas solidaria con mis hermanos y que nunca destruya los sueños de los demás. Quiero Señor no estorbarte en la construcción de tu Reino sino colaborar contigo en su implantación. Te pido Señor que los días que me restan no los desperdicie en rencores, ni enojos, ni pasados ni presentes. Te pido humildad, paciencia y mansedumbre.
Te pido para mi país, fe, vida digna y trabajo justo. Te pido para los gobernantes, desinterés propio, que velen por el bien común y sabiduría.
Y así Señor podría seguir mi lista de peticiones.
Y te digo Señor que trabajaré codo a codo contigo para que encuentre lo que ando buscando y las puertas a estos deseos se abran. Y tú, ¿qué deseas pedirle al Señor?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: Alicia Gamboa, H.C.
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