Un himno eucarístico clásico, que sigue siendo moderno.
Reflexión:
El regalo de la presencia real de Jesucristo en el misterio eucarístico nos supera. No comprendemos y, sin embargo, creemos, confiamos en la promesa de Jesucristo: «este es mi cuerpo… esta es mi sangre…» (ver Marcos 14, 12-26).
¿Cómo vivía nuestro fundador, san Vicente de Paúl, la Eucaristía? Oigámoslo en sus propias palabras:
- En una de las conferencias a las Hijas de la Caridad les dice: los pobres.. «necesitan el maná espiritual, necesitan el espíritu de Dios; ¿y dónde lo tomaréis vosotras para comunicárselo a ellos? Hijas mías, en la santa comunión» (SVP, IX, 22). «Pero acerquémonos a este fuego para vernos invadidos primeramente nosotros, y luego, por nuestra caridad y buen ejemplo, atraer a él a los demás. Sabed, hijas mías, que la virtud capital de las Hijas de la Caridad es comulgar bien» (SVP, IX 229).
- En 1647, la reflexión de una hermana le da pie para decir: «¡La persona que ha comulgado bien, lo hace todo bien!… Lleva a Dios en su corazón, lleva por todas partes un buen olor, no hace nada sino a la vista y por el amor de Dios… Su corazón es el tabernáculo de Dios… Si Elías, con su doble espíritu, hacía tantasmaravillas, ¿qué no hará una persona que tiene a Dios en sí, que está llena de Dios? No hará ya ciertamente sus acciones, sino que hará las acciones de Jesucristo; servirá a los enfermos con la caridad de Jesucristo; tendrá en su conversación la mansedumbre de Jesucristo;tendrá en sus contradicciones la paciencia de Jesucristo; tendrá la obediencia de Jesucristo. En una palabra, hijas mías, todas sus acciones no serán ya acciones de una mera criatura; serán acciones de Jesucristo» (SVP, IX, 307-308).
- «¿Qué pensáis estar haciendo durante la santa misa? No es solamente el sacerdote el que el que ofrece el Santo Sacrificio, sino todos los que asisten a él; estoy seguro de que, cuando estéis bien instruidas en este punto, tendréis gran devoción; porque es el centro de la devoción» (SVP, IX, 25).
Leyendo con atención a san Vicente, se evidencia cómo sitúa a la Eucaristía en la prolongación de la Encarnación. En la sagrada forma, no adora san Vicente al solo Señor crucificado, sino también al Salvador hoy presente al mundo y al hombre. Cristo continúa en cada misa su obra de salvación, de liberación, de sanación; los signos de la salvación continúan siendo dados, como lo fueron a los enviados de Juan Bautista. El Señor se muestra en acción. Actúa en relación a y en contra de todo, pese a nuestro pecado, a nuestra torpeza, nuestra falta de fe, a nuestra crasitud humana. Para eso viene de nuevo. Él es el gran actor de nuestras Eucaristías. Toda misa, toda comunión es el lugar efectivo donde se efectúa la salvación del mundo y nuestra salvación colectiva y personal. En ese sentido ninguna misa es banal, existe sólo el acto salvador de Cristo, tan presente como el propio acto creador.
Javier F. Chento @javierchento JavierChento
Letra:
Cantemos al Amor de los Amores,
cantemos al Señor.
Dios está aquí, ¡venid adoradores,
adoremos, a Cristo Redentor!
¡Gloria a Cristo Jesús!
Cielos y tierra, bendecid al Señor.
Honor y gloria a Ti, rey de la gloria,
amor por siempre a Ti,
Dios del Amor.
Unamos nuestra voz a los cantares
del Coro Celestial.
Dios está aquí, al Dios de los Altares
alabemos con gozo angelical.
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