Is 66,18-21; Sal 117,1.2; Heb 12,5-7. 11-13; Lc 13, 22-30.
Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Él les dijo: «Luchen por entrar por la puerta estrecha, porque, les digo, muchos pretenderán entrar y no podrán».
Bajo la luz de su mirada todo cambia, todo se transforma, todo cobra nueva vida y un perspectiva diferente. En realidad no sabemos si serán muchos o pocos lo que se salven, pero quienes hemos optado por vivir en seguimiento de Jesucristo sabemos que él ha estado presente y vivo en cada acontecimiento de nuestra vida personal. Él toca insistentemente a nuestra puerta, llega con diferente rostro cada día, nos pide descansar en nuestro corazón. “Hemos comido y bebido contigo”.
Son tantos los banquetes compartidos en la eucaristía durante nuestra corta vida, que es imposible omitir la invitación continua que Jesús nos hace de pasar por la puerta estrecha de la renuncia y la entrega de nosotros mismos en la cotidianeidad de la vida. Con sólo mirarlo a los ojos nos daremos cuenta de nuestras debilidades, fragilidades e incoherencias.
Avivemos nuestro espíritu y la orientación de nuestro corazón para esforzarnos por vivir una vida nueva, dándole el primer lugar a Él y a nuestros hermanos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: Yolanda Elvira Guzmán, H.C.
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