La cabeza de Juan el Bautista

por | Ago 10, 2016 | Formación, Patrick J. Griffin, Reflexiones | 0 comentarios

Un punto de vista vicenciano:
«La cabeza de Juan el Bautista»

Piénsalo. Estás tratando con una persona muy poderosa e inmensamente rica, que te ha prometido todo lo que deseas —incluso la mitad de todas sus posesiones—, y lo único que se te ocurre pensar es que lo que realmente quieres es la cabeza de Juan el Bautista. Ésa es la historia de Herodías. Su odio por Juan es tan profundo que su muerte es lo único que le importaba. Es notable, pero lo que es quizás más notable es que juan fuera capaz de provocar esa reacción en ella. ¿Qué hay en San Juan Bautista, que provoca esta reacción?; y ¿qué es lo que hace que su marido Herodes sucumbiese a su petición? Desde mi habitación en la Universidad de San Juan —cuyo patrón es San Juan Bautista— me pregunto cuáles son las lecciones en esta historia.

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El hecho es el siguiente: Juan el Bautista dice la verdad con claridad y sin miedos. No le preocupan las consecuencias de sus palabras, toda vez que está seguro de que lo que tiene que decir es lo correcto. Por lo tanto, cuando está seguro de la inmoralidad de la unión entre Herodes y Herodías, lo dice en voz alta y sin reparos a toda persona que le quiera escuchar. No está preocupado de que esta declaración moleste a Herodías y provoque su deseo de matarlo. Juan predica la verdad de vivir fielmente y de seguir a Jesús. La voluntads de Juan por decir la verdad y sufrir las consecuencias fue irritante para algunos y una atracción para los demás. Fue un verdadero líder que habló la verdad de Dios tal como la conocía, y aceptó los resultados de sus elecciones. No buscó la popularidad, sino el avance del reino de Dios.

Por lo tanto, Juan el Bautista nos ofrece una lección que podría tener un valor especial en este año electoral. Él es un buen ejemplo de alguien que está dispuesto a hablar y actuar que avance lo que es correcto, que para él era el Evangelio. Hacerlo es mostrar la disposición propia a pagar el coste. ¿Tiene sentido esta invitación para nosotros?

Herodes, por su parte, habla sin pensar y tontamente. ¡Promete la mitad de su reino a una bailarina! Y la Juan le cuesta la cabeza. A veces podemos hablar en voz alta y sin pensar. Quizás necesitemos contener muchas veces nuestra lengua. Herodes nos enseña esto.

Y Herodías nos enseña sobre la fealdad de la venganza. ¿Con qué frecuencia permitimos que esta actitud anide en nuestro corazón —esa falta de voluntad para perdonar, ese aferrarse a la herida? ¿Cuánto nos daña esto, a nosotros y a otros?

Lo que está claro, amigos míos, es que tenemos solo una cabeza, y la mayoría de nosotros preferimos que siga estando justo donde está. Sin embargo, al seguir el ejemplo de Juan el Bautista, debemos estar dispuestos a decir y a hacer lo que sea necesario para el bien de la Iglesia y de nuestra sociedad. Tenemos que evitar hablar tontamente y de buscar venganza. A veces, a tomar esas decisiones, alguien buscará nuestra cabeza, y a veces quizás la obtenga. Pase lo que pase, sin embargo, estamos llamados a ser fieles a nuestra vocación, con la certeza de que esta fidelidad, tarde o temprano, nos llevará a la presencia de nuestro amoroso Dios —nuestra cabeza y el resto de nuestro ser.

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