Dn 7, 9-14; Sal 97, 1-2. 5-6.9; 2Pe 1, 16-19; Lc 9, 28b-36.
“Señales de amor”
Nuestro amigo Jesús, en algunas ocasiones, decide mostrarnos señales o pistas en el camino para que no nos perdamos. Es cierto que él elegía sitios apartados y también sitios altos para mantener su diálogo continuo con el Padre, pero casi nunca se llevaba a nadie consigo. Prefería estar en soledad, pero ahora eligió a Pedro, Juan y Santiago, para que lo acompañaran.
Imaginemos la escena: ¿Por qué a ellos y no a otros? ¿Serían los mejor portados? Lo cierto es que orar ahí en lo alto del monte, cerquita del Hijo de Dios, escuchando su manera sencilla y profunda de dirigirse a su Padre, es algo que a todos nos hubiera gustado experimentar.
A través de esta forma de comunicación, Jesús nos da una verdadera lección de amor, nos ofrece señales que nos enseñan la verdadera fortaleza de la fe y la grandeza de todo un Dios en la sencillez de la cercanía.
¿Descubro las señales de amor que me ofrece Dios cada día? ¿Me acerco a mis hermanos con un espíritu de fe, abierto para vivir experiencias nuevas? ¿Qué le diría a Jesús si hoy me elige para orar muy cerquita de él? En su Palabra, en las heridas de los pobres, en la Eucaristía, ¿no nos invita a estar con él ante el Padre?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: Yolanda Elvira Guzmán, H.C.
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