Na 2, 1.3; 3: 1-3-7; Dt 32, 35cd-36ab.39abcd.41; Mt 16, 24-28.
“Quien pierda su vida por mí, la encontrará”.
Seguir a Jesús demanda un cambio de vida radical. Hemos de cargar con la cruz de nuestra enfermedad, de nuestra falta de empleo, de nuestra timidez, de nuestro carácter, de nuestra frustración, nuestra dolencia…
¿Te engañaron? ¿Te maltrataron? ¿Te falta un miembro del cuerpo? ¿Eres migrante? ¿No conoces el idioma? ¿Te sientes solo? ¿Están enfermos tus hijos? ¿Se te murió un ser querido? ¿Te asaltaron? ¿Te insultaron? ¿Estás en la cárcel? ¿Padeces una enfermedad incurable? ¿No tienes dinero? ¿Eres victima de la infidelidad? ¿Te traicionó alguien en quien confiabas?
Jesús no nos invita a la pasividad o a no luchar por salir de nuestros problemas. Nos invita a llevar la lucha y las cruces con él y a su estilo, a darnos sin excusas. El que pierda su vida por mí, ése la encontrará.
¿Hasta ese extremo? ¡Hasta alcanzar la perfección con él y en él! Porque sólo quien se niega a sí mismo, quien se desentiende de sí, es decir, quien deja de andar preocupado por sí y hace de Dios y de los demás su razón de ser es digno del Reino de los cielos, y aunque parezca contradictorio, ése es el camino hacia la vida.
¿Estás dispuesto a hacer camino con Cristo, cargando tu cruz de cada día?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: Yolanda Elvira Guzmán, H.C.
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