Am 9, 11-15; Sal 84, 9-12; Mt 9, 14-17.
¿Por qué tus discípulos no ayunan?
El ayuno también es un arma política. Pregúntaselo a Mahatma Gandhi, el liberador de la India, o a Orlando Zapata, el albañil y fontanero cubano que falleció el 2010 tras 86 días de huelga de hambre. También puede ser un manifiesto a favor de los que no tienen qué comer y una forma de ayudarlos con lo que te ahorras ayunando. Y el ayuno es, en variadas tradiciones religiosas, una forma de penitencia. Es una manera intensa de pedir perdón por los pecados o de buscar la voluntad de Dios y su ayuda. Jesús mismo ayunó antes de comenzar su ministerio público (Mt 4, 1-2).
En el texto evangélico de hoy, la pregunta sobre el ayuno, viene inmediatamente después del banquete organizadoporel publicano Mateo. “¿Por quénoayunan?” Y Jesús les responde: “¿Acaso pueden guardar luto los invitados a una boda, mientras el novio está con ellos?”. Es decir, al contestar, Jesús está afirmando que él es el novio de las nuevas bodas de Dios con la humanidad. Ya los profetas habían hablado de esa alianza esponsalicia de Dios con el pueblo de Israel. Por lo tanto, ¡estamos de fiesta y no es tiempo de ayuno!
El nuevo ayuno –cuando los cristianos lo hagan– será en relación con Jesucristo y como una forma de pedir la plenitud de esas bodas y de apartar de nosotros lo que nos estorba para entrar en el banquete del Reino. Ayunar por haber perdido a Jesús, por pecados, rencores, viejos hábitos e injusticias. Y aumentar nuestra hambre del Dios que nos salva.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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