Hch 8, 1-8 | Sal 65, 1-7 | Jn 6, 35-40.
Se desató la persecución, (primera lectura). “Los que se dispersaron a causa de ella “fueron anunciando por todas partes la Buena Noticia de la Palabra”.
No iban llorando por lo que habían perdido, iban compartiendo con alegría a aquel Jesús que los había hallado a ellos. El francés René Leduc, de padre desconocido, “educado” por un gánster, él mismo violento y metido en robos, nos dice hoy –ya sanado y sacerdote–: “A un cristiano que dé testimonio puede que lo crucifiquen, pero uno que no testifica ya está como muerto. Que nadie se desanime de evangelizar”.
Frente a su ofrecimiento a evangelizar, a proclamar a Jesucristo, otro francés, Manuel Macrón, importante socialista, les decía a los jóvenes a fines del pasado noviembre: “Quiero que entre los jóvenes franceses haya una ambición máxima, que deseen convertirse en multimillonarios”. Es todo lo que tiene que ofrecer a los jóvenes el laicista mundo occidental. Eso, más individualismo, familias rotas, violencia, brechas crecientes entre ricos y pobres, altos niveles de ansiedad, ofertas adictivas y degradantes, democracias corruptas y sin valores.
Jesús les dice en Cafarnaún a sus oyentes: “Esta es la voluntad del Padre, que el que crea al Hijo, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”. Esa vida eterna que comienza ahora y aquí como semilla creciente. De esta vida necesito ser“millonario”; los otros millones son de los pobres, de tantas y tantos que necesitan comida, medicina, quién los escuche y ayude, y quién les comparta la Buena Noticia de Jesús.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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