La moneda falsa
Is 50, 4-9 | Sal 68 | Mt 26, 11-25.
Había un viejo hombre que se ganaba la vida vendiendo toda clase de baratijas en el mercado. Algunos de sus compradores, sabiendo que tenía la vista muy débil, le pagaban con monedas falsas. El anciano se daba cuenta, pero no decía nada. Otros a veces afirmaban haberle pagado, cuando en realidad no lo habían hecho, y él aceptaba su palabra.
Cuando le llegó la hora de morir, alzo sus ojos al cielo y dijo: “Oh, Dios, he aceptado de la gente muchas monedas falsas, pero ni una vez he juzgado a ninguna de esas personas en mi corazón, sino que daba por supuesto que no sabían lo que hacían. Yo también soy una moneda falsa y un pecador. No me juzgues, por favor.”
Y se oyó una voz que decía: “¿Cómo es posible juzgar a alguien que en toda su vida no ha juzgado a los demás?”
Muchos pueden actuar amorosamente, pero es rara la persona que piensa amorosamente. Tanto Isaías como Jesús, han confiado en Dios y saben que no quedarán confundidos; aun cuando serán entregados, saben que no serán abandonados.
¿Cómo te has preparado y te preparas para vivir el paso de Dios por tu vida?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Erick F. Martínez Benavides, C.M.
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