(Cátedra de S. Pedro)
1 Pe 5, 1-4; Sal 22, 1-6; Mt 16, 13-19.
«Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.
Esa Iglesia que no es la verdad, pero que “es la columna y base de la verdad” (1Tim 3, 15), como la vela no es la luz, pero es la base de la luz.
¿Qué sería de nosotros sin Pedro, sin los sucesores de Pedro? ¿Qué sería de la Iglesia universal (eso significa “católica”), sin esta “piedra” que guarda su unidad? La túnica inconsútil de Jesús habría sido sólo un recuerdo. Iglesias hijas, nietas, biznietas, sectas y más sectas y la confusión de Babel… ¡Gracias, Jesús, por darnos a Pedro y a sus sucesores para que, entre los accidentes de los siglos, guardaran, por tu gracia, la unidad de la Iglesia!
Ha habido Papas santos y pecadores, fuertes cristianos y otros dominantes o desvaídos o escandalosos. Pero, unos y otros, por la gracia de Cristo, conservaron la unidad de la Iglesia para que ésta nos diera lo más valioso que tiene, a Jesucristo. Sobre las rodillas de mi madre, comencé a agradecer la fe de la madre Iglesia.
Gracias, Señor, por el Papa Francisco, y por Benedicto y por Juan Pablo I (tan breve) y por Juan Pablo II y por Pablo VI, y por el Papa Juan, el bondadoso… ¡Gracias, Señor, por darnos a Pedro!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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