Vicencianos por doquier: Servicio, Ministerio y Matrimonio

por | Feb 21, 2016 | Formación, Reflexiones, YoSoyVicente | 0 comentarios

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Desde hace muchos años, mi marido y yo  nos hemos identificado como Vicencianos. Mike se formó en la rica tradición vicenciana principalmente a través las oportunidades de fe y servicio ofrecidas por el Ministerio del Campus, así como en sus estudios académicos y actividades extracurriculares, en la Universidad de Niagara. A mí me acogieron en su familia las Hijas de la Caridad, durante el año de servicio con el Cuerpo de Servicio Vicenciano en St. Louis, Missouri. A menudo digo que este este año transformador, hilarante, y algo extraño, fue «el mejor año de mi vida», incluso después vivir la experiencia del matrimonio desde hace más de un año. Por supuesto, lo hago sin faltarle el respeto a mi maravilloso marido y familia, ni al hacer esta afirmación tengo intención de minimizar las fabulosas aventuras que han ocurrido durante los primeros 16 meses de nuestro matrimonio. Sin embargo, creo firmemente que, si no fuera por ese año de servicio, mi matrimonio no existiría.

2-Kristina-in-VSC-1Sin aquella inmersión inicial en el mundo vicenciano, nunca me habría enamorado de los Pobres. Nunca habría experimentado la conversión profunda que viene de la comprensión de que mi corazón y mi trabajo pertenecen a Jesús, y que yo llego a mi máximo potencial cuando permito que mi corazón sea blando, accesible y generoso en el amor. Nunca habría aprendido la historia de Vicente, Luisa, y otros amigos, de su respuesta heroica a la llamada de Jesús a la misericordia y el amor. Sin ese año, yo, educadora musical por la formación recibida en el gran estado de Tennessee, con fuertes lazos familiares, no habría ido en busca de empleo en la educación superior de una universidad situada a un tiro de piedra de la frontera con Canadá, cubierta por nieve, hielo y aguanieve durante al menos 5 meses cada año, a unos 1.000 kilómetros de distancia de mi familia. Nunca habría buscado y aceptado el cargo de directora del Ministerio del Campus de la Universidad de Niagara, si no fuera por ese año que cambió mi vida. Yo sabía lo que me había pasado, pues, al escuchar y entrar en la órbita de San Vicente de Paúl y de la Familia Vicenciana, me hice una mejor persona. Al haber pasado a formar parte de esa historia, y al reconocer lo que significaba ser Vicenciana para mi vida, acepté el cargo para seguir contando la historia. Descubrí mi vocación de invitar a otros a la experiencia vicenciana. Esta vocación se realiza, para mí, a través del Ministerio del Campus Universitario y de proporcionar oportunidades para que los adultos jóvenes puedan encontrar el amor y la misericordia de Jesucristo en el servicio a los demás, especialmente a sus bienaventurados pobres.

1-Mike-in-PanamaSin ese año de servicio vicenciano, mi vida no sería tan rica y alegre como lo es hoy. Y creo que, sin la experiencia de ese año de servicio, no existiría nuestro matrimonio tal y como hoy es. Nuestros caminos nunca se habrían cruzado en la Universidad de Niagara, y yo no habría dado el mismo valor que ahora a todas esas maravillosas cualidades vicentinas que Mike posee.

Mi marido ha mantenido su identidad vicenciana principalmente a través de su trabajo como gerente adjunto en una despensa de alimentos y comedor local. Me siento más atraída hacia Mike cuando le veo interactuar con sus invitados en «Heart, Love, and Soul» —saludándoles por su nombre, participando en la conversación, llevando sus cargas—. A menudo lleva esas cargas también a nuestro hogar. Los problemas de sus amigos tienen un gran peso en su corazón, y es en esos momentos, de emoción a flor de piel, cuando veo claramente la influencia de san Vicente y el llamado de Jesucristo, en la fe y en el trabajo de mi marido. Es en esos momentos cuando doy gracias a Dios por nuestra Familia Vicenciana y la forma providencial que esta red mundial nos reunió a los dos.

Elegimos casarnos el 27 de septiembre, la fiesta de nuestro patrón, San Vicente de Paúl. Delante de la asamblea formada por familiares y amigos, escuchamos la llamada de Dios a construir una casa de servicio (Josué 24, 14-15), a continuar con el ministerio evangelizador (2 Timoteo 4, 1-5), y a actuar con cuidado compasivo ( Mateo 25, 31-40). Ese día nos hicimos una promesa mutua y a Dios, y nuestra promesa se extendió mucho más allá —a todos los presentes, a nuestra familia y amigos, y, de manera especial, a los pobres, a los que nos gustaría llegar a conocer individualmente y como familia—. Tenemos la suerte de construir nuestro matrimonio y familia en la firme base de nuestra fe común en Jesucristo y el amor por los pobres.

Este es sólo el comienzo de lo que sé bien que será una gran historia de amor, una amistad diferente a cualquier otra que haya conocido personalmente o haya sido testigo de segunda mano, una promesa, un pacto entre dos personas que desean, de todo corazón, crecer y llevarse mutuamente más cerca del Señor. Los primeros 16 meses de nuestro matrimonio han sido un tiempo de gracia, lleno de muchas risas, lágrimas, humildad y perdón, mientras nos ajustábamos a esta nueva e incluso mejor forma de vivir el uno para el otro.

Durante mi año de servicio, el lema del  Cuerpo de Servicio Vicenciano era, sencillamente: «Un año de servicio marca una diferencia para toda la vida». Todavía estoy descubriendo esas diferencias a día de hoy, y no puedo imaginar una manera mejor de vivir esta vida que como una vicenciana que vive al lado de un vicenciano.

A mis compañeros Vicencianos por doquier: Os animo a ser audaces en vuestra vida como vicencianos; a honrar el legado de todos aquellos que se han ido antes que nosotros, viviendo el Evangelio; a mantener un corazón blando, accesible y generoso al amor; a permanecer atentos al Espíritu de Dios que los llama a su mayor potencial. Por último, a estar tranquilos sabiendo que no están solos en todas sus buenas obras. #YoSoyVicente #NosotrosSomosVicencianos #FamiliaVicenciana

Nos encantaría conocer otras parejas que cruzaron sus caminos a través de la red Vicenciana. ¿Cómo ha usado Dios su matrimonio y familia para promover la misión de Vicente de Paúl en su entorno y en el amor por los pobres?

[Kristina Daloia es Directora del Ministerio del Campus de la Universidad de Niagara]

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