“…he venido …a llamar a los pecadores a que se conviertan”
Is 58, 9-14; Sal 85, 1-6; Lc 5, 27-32.
La brasileña Dilmaria trabajaba en casa de su hermana. “Un día me preguntó si yo entonces rezaba, si creía en Dios, si tenía devoción a la Virgen María”. Pero él, el compositor y músico gallego Rubén de Lis, “participaba en orquestas, tocaba en bares con grupos de rock, grababa guitarras en estudio para otros artistas… Ganaba dinero, seguía tocando, y llegaron el sexo, el alcohol, muchos vicios… Y aunque yo sentía que Dios me llamaba, me hacía el sordo, porque el mundo es goloso y hace ruido…” pero luego “las noches después de la fiesta eran un infierno de soledad, vacío, depresión, inconformismo”.
A la pregunta de Dilmaría “Yo le dije que hacía tiempo que no rezaba, y mucho menos con fe. Entonces ella se sentó a mi lado y con mucha calma, tacto y paciencia me invitó a rezar juntos. Poco a poco mi corazón se llenó de gran paz, de tranquilidad y sosiego”. “María, nuestra Madre, pasó en frente de nuestras vidas”, y después, “poco a poco fui dejando el alcohol, los vicios y todo lo que me apartaba de una vida de luz y del amor a Dios”. “Ahora, en mi trabajo, sea en un pub, en una discoteca, en un teatro o en una iglesia, Dios siempre está por encima de todo. En mi vida le ofrezco todo y le doy gracias por todo”. Jesús dice en el evangelio de hoy que él no vino por los justos, sino para llamar a los pecadores como Rubén de Lis, como Leví, como yo…
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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