Celo, humildad, sencillez… son algunas virtudes vicencianas con las que los miembros de la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad están muy familiarizados. Quizás sean más desconocidas para el resto de ramas de la Familia Vicenciana, particularmente entre los movimientos seglares.
La Sociedad de San Vicente de Paúl en España recopiló, en un archivo digital, algunos artículos que nos hablan de estas y otras virtudes esenciales para todo vicenciano: para consagrados y seglares. El autor del texto el es P. Santiago Azcarate, C.M., asesor nacional de la Sociedad de San Vicente de Paúl de España, y, lógicamente, el texto está pensado en primer lugar para los consocios de la SSVP; pero esto no quita que sea un texto que sirva, también, para cualquier miembro de la Familia Vicenciana, sin importar su afiliación.
De la introducción:
Las virtudes vendrían a ser como la cristalización de los buenos sentimientos. Éstos aparecen en nosotros y pueden resultar pasajeros y volubles. Las virtudes los fijan en una mayor permanencia y estabilidad. De ahí que las virtudes definen en buena medida nuestra manera de estar en el mundo y nuestro comportamiento con respecto a los demás. De las virtudes que nos distinguen depende en gran parte la conformación de nuestra personalidad y el resultado de nuestras decisiones. No es lo mismo situarse ante el mundo con responsabilidad que con pasotismo, con humildad o con soberbia, con magnanimidad o con envidia, con sencillez o con apariencia, con mansedumbre o con ira. Por eso nuestra formación humana y nuestro crecimiento espiritual no pueden detenerse en el moldeado de unos sentimientos, sino que han de ahondar en la configuración de unas virtudes que hagan de nosotros unos individuos sanos, nobles, virtuosos, cristianos.
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Javier F. Chento
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