Un día de noviembre de 2014 con la Asociación de la Comunidad de la Medalla Milagrosa en Kielce (Polonia) intentamos transmitir el mensaje de la Inmaculada y dar Medallas Milagrosas a las personas que venían al Santuario de San José. Cuando acabó la Misa docenas de personas vinieron – o más bien corrieron hacia mí. Tuve la impresión de dar pan al hambriento. Viendo cuántos fieles querían recibir la Medalla los sacerdotes de la localidad se quedaron para ayudarme… En ese domingo distribuimos aproximadamente 14.000 Medallas. Cuando fue organizada la primera reunión de la Asociación de la Medalla Milagrosa en la Parroquia participaron 53 personas. En la diócesis se han establecido 100 comunidades.
El año 2010, por decisión de mis Superiores, fui enviado a servir a la Asociación. Entre 2012 y 2014 fui Director Nacional de la AMM de Polonia. Considero ese tiempo como una gran bendición para mi vida, mi sacerdocio y mi servicio Vicenciano. Muchas veces fui testigo de cómo Dios, a través de su Madre, cuida de los que padecen la pobreza corporal y espiritual.
Hay historias muy conmovedoras por ejemplo la de una esposa que fue abandonada por su marido. Él decidió ir al extranjero a empezar una nueva vida. Ella tuvo se quedó sola con los niños. Su madre intentó hablar con él y cuando ella vio que ningún argumento lo convencía escondió una Medalla en una de las mangas de su chaqueta. Después de que él se había ido, la familia comenzó una intensa oración a través de la intercesión de María Inmaculada. Después de unos meses él regresó arrepentido pidiendo se aceptado de nuevo. Admitió que lejos de casa, inesperadamente, había empezado a orar, a echar en falta la Eucaristía y su familia. Él se sentía como acompañado por la Santísima Virgen… Hoy todos los miembros de esa familia llevan la Medalla Milagrosa y son una familia feliz.
Hay muchas historias como esta. Recientemente se ha publicado en Polonia un libro con los testimonios sobre las intervenciones milagrosas de María.
Cuando hablo de la bendición de mi servicio en la Asociación, vienen a mi mente las palabras de nuestra Santísima Madre a Santa Catalina Labouré: “Me gusta que me pidan las gracias, particularmente para la Familia de San Vicente de Paúl. Yo la amo mucho“. Estas palabras nos recuerdan que las Apariciones de 1830 y la Medalla Milagrosa son un gran regalo para nuestra Familia Vicenciana. Podemos decir ciertamente que quien pone su confianza en la Madre de Dios y cumple sus suplicas, siempre descubrirá la identidad real del sacerdote de la Congregación de la Misión o de la Hija de la Caridad.
El don de la Medalla Milagrosa es parte de nuestro carisma, nos distingue de otras comunidades. Yo recuerdo hace dos años en mis vacaciones uno de los sacerdotes de la parroquia me pidió que predicara un sermón sobre las Apariciones. Le propuse repartir las Medallas después de la misa. Dos días después cuando estaba yo preparándome para la celebración de la Eucaristía empezaron a entrar otros sacerdotes en la sacristía. Finalmente éramos siete. Habían venido con varios grupos de niños y jóvenes de vacaciones. Uno de ellos asombrado al ver tantos sacerdotes y gente que esperaban en la iglesia, preguntó si había alguna fiesta especial la respuesta fue. “Venimos a oír la historia de las Apariciones de la Medalla Milagrosa en París y después de la misa va a ser entregada la Medalla” le contestaron. “Bien”, continuo el primero, “pero los sacerdotes de Congregación de la Misión son los responsables de esto…. ”
Que magnífica declaración: ¡los sacerdotes de la Congregación de la Misión son responsables de esto! Durante mis frecuentes viajes, retiros, reuniones, cuando proclamo el mensaje de María Inmaculada, SIEMPRE me he sentido muy Vicenciano en la seguridad de cumplir el carisma Vicenciano.
Durante mi tiempo en la Asociación me convencí cada vez más de la importancia de la presencia de las Hijas de la Caridad para propagar el mensaje. Y sin mencionar, que fue a una de ellas, a una Hija de la Caridad, Santa Catalina Labouré, a quien María reveló sus planes. La presencia de las Hermanas es muy importante para los seglares. Cuando pueden acoger a Padres Paúles y Hermanas en su Parroquia yo los veo muy felices porque el testimonio dado por las Hermanas se ve como particularmente fiable.
Desde diciembre de 2014 soy Director de la Provincia polaca de las Hijas de Caridad de Chelmno-Poznan. Estoy convencido de que María quiere recordarnos en estos días tormentosos, cuánto ama a nuestra Familia Vicenciana. Ella quiere también que recordemos que nos ha dado unos regalos especiales que hemos de utilizar en nuestro servicio a los pobres, que son todavía tan numerosos.
¡Estoy muy agradecido a María por su amor, su sabiduría y cómo Ella nos lleva a Dios para quien nada es imposible!
!Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos!
P. Jacek Wachowiak C.M.
Director provincial de las Hijas de la Caridad
Fuente: http://filles-de-la-charite.org/
0 comentarios