Evangelio y Vida para el 22 de octubre de 2015

por | Oct 22, 2015 | Evangelio y Vida, Reflexiones | 0 comentarios

evangelio y vida

Rom 6, 19-23; Sal 1; Lc 12, 49-53.

“Vine a traer fuego a la tierra, y, ¡cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”

Ése es el fuego que necesito, el que me urge y me desinstala, el que quema rutinas como hojarascas, el que calienta el corazón y lo rehace de audacia y de misericordia. ¿No es también el que necesita la Iglesia? Hoy o ayer fuiste a misa, acaso comulgaste, ¿sentiste el fuego de la comunión durante el día o te olvidaste de él como si de un encuentro distraído se tratara? Leemos un pasaje del evangelio, ¿qué escuchamos, qué eco nos queda? O prestamos una ayuda o un servicio, pero acaso sin hondura o como por costumbre.

El Señor Jesús nos quiere como fuego y luz, no como mechas apagadas.

En nuestra misma casa pueden convivir agnósticos, ateos y católicos, pero acaso unos y otros creemos y practicamos los mismos “valores”, la misma forma de relacionarnos, de gastar el dinero, de pensar sobre el sexo o la política, las mismas ansias de acumular. Al final, y quitadas las etiquetas, nuestros dioses son los mismos, son los del sistema, no el Dios y Padre que vivió y nos mostró Jesucristo.

El vino “a traer fuego”, y no podemos apagarlo con prudentes etiquetas o con agua bendita.

¡Danos, Señor Jesús, que por fin te hagamos caso!

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: María Elena Quiñonez, H.C.

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