El P. Khalil Arar, C.M., superior de la Misión de Damasco (Siria), le escribe una emotiva carta de agradecimiento al Padre General por su presencia en la Asamblea Provincial de la Congregación de la Misión en Siria. Destacamos estos párrafos, que hablan de la terrible situación en la que viven las pobres gentes, a causa de las guerras y hambrunas:
Mi querido cohermano Paul Sleiman y yo, quedamos muy impactado por su intervención durante nuestra Asamblea Provincial. Queremos agradecerle de haber pedido noticias acerca de nosotros y haberse preocupado de nuestra situación. Nuestro Provincial, el P. Ziad HADDAD nos ha hablado de sus preocupaciones por nosotros.
La situación en Damasco es muy dolorosa. Los rebeldes están por toda la ciudad. Lanzan proyectiles para recordemos su presencia. Los daños son materiales pero nosotros estamos bien, dos de nuestros alumnos han sufrido heridas, con secuelas. El agua y la electricidad son racionadas con control muy estricto, tenemos derecho a una hora diaria. Afortunadamente, no nos hace falta lo esencial para vivir, por ahora. La moneda nacional bajó y el dólar subió cinco veces.
Nuestra escuela, que recibe 200 alumnos, funciona a pesar de todo. Hemos perdido un gran número de alumnos que han dejado el país con sus familias. Recibimos nuevos alumnos refugiados de otras ciudades. Naturalmente, no pueden cubrir sus gastos de escolaridad y tenemos que hacernos cargo de ellos. Si tuviéramos recursos, recibiríamos mas niños, pero nuestras posibilidades no nos lo permiten, porque incluso los estudiantes que teníamos hace años no pueden mas hacerse cargo de sus gastos en su totalidad. Tenemos que ayudar prioritariamente, los que están en nuestra escuela. Miles de familias de los cuales muchos cristianas, refugiadas de otras ciudades, no tienen nada y no sabemos cómo responder a sus necesidades.
Tenemos la impresión de vivir de nuevo la experiencia de San Vicente durante la Fronda, pero esperamos que la situación no se prolongue mucho tiempo. Sin embargo, nos sentimos miembros de una gran familia, la familia de la Congregación y sabemos que la oración de nuestros cohermanos nos sostiene. Sabemos que la Congregación encontrará una forma de ayudarnos a seguir esta misión al servicio de una población que sufre.
Tengamos siempre presentes a los pobres que sufren la desgracia de las guerras, y también a nuestros compañeros vicencianos que trabajan por su sostenimiento.
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