“¡Yo muero, pero Dios no muere! ¡Viva Cristo Rey!”
Ap 4, 1-11; Sal 150; Lc 19, 11-28.
Hoy celebramos a Anacleto González Flores, patrono de los laicos mexicanos y a sus compañeros mártires. La lectura del Apocalipsis nos presenta algo que estos hermanos nuestros comprendieron muy bien: “El Señor es digno de recibir la gloria, el honor y el poder…”; y lo cumplieron con la ofrenda de su vida.
La parábola que Jesús presenta en el Evangelio también tiene un sentido muy particular en la fiesta que hoy celebramos: Jesús refiere que alguien fue a conseguirse el título de rey, pero llevaba detrás una avanzada de conciudadanos que no lo quería como tal; pero antes de irse dio a diez empleados monedas de oro para que las hicieran producir. A su regreso encontró empleados fieles y buenos que produjeron con lo que les había dejado, pero también hubo quien no produjo nada. Los primeros fueron premiados, pero uno fue despojado de la onza por no producir ninguna ganancia.
La vida de Anacleto y compañeros será recompensada como la de aquellos trabajadores fieles y buenos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autores: Juan Francisco Cervantes y Sandra Pinedo, de la Sociedad de San Vicente de Paúl
0 comentarios