“Hemos hecho lo que teníamos que hacer”
Tit 2, 1-8. 11-14; Sal 36; Lc 17, 7-10.
El evangelio de hoy nos brinda la clave de la felicidad humana. Y es que muchos, por no decir que todos los problemas que se nos presentan a diario, tienen su origen en el reconocimiento que buscamos de nuestros actos: “Trabajo todo el día para mantener mi familia y no me agradecen”, “trabajo sin descanso en casa todo el día y no tienen una consideración conmigo”, “yo hago todo el trabajo del grupo y no me ayudan”, “te traje esto y no me agradeces”, etc.
Quiero invitarte a reflexionar que la felicidad personal va más allá del reconocimiento humano; que la felicidad personal se basa en tu relación de amor hacia Dios, de quien recibes todo y en el
servicio al prójimo, aunque no recibas nada a cambio, ni siquiera una palabra de agradecimiento. En ese momento, recuerda las palabras del siervo del evangelio de hoy, y vuelve contento a buscar esa relación con Dios de quien recibimos todo por amor y sin merecerlo.
Cuando te agradezcan, también repite las palabras del siervo y verás que te ayudará a cultivar la virtud de la sencillez y la humildad: “Solo he hecho lo que tenía que hacer”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autores: Juan Francisco Cervantes y Sandra Pinedo, de la Sociedad de San Vicente de Paúl
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