“Habrá más alegría por un pecador que se convierta”
Flp 3, 3-8; Sal 104; Lc 15, 1-10.
La murmuración es una acción que sale de nuestro interior y denota desacuerdo con lo que otros hacen o dicen, presuponiendo que nosotros sí hacemos y decimos lo correcto.
Los fariseos y los escribas murmuran porque Jesús acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús no responde igual, sino que aprovecha para enseñarles e invitarlos a que se dejen acoger por el amor de Dios que es capaz de salir al encuentrode cada persona que lo necesite. La alegría de encontrar la oveja perdida y la moneda extraviada es la misma alegría que Jesús experimenta cuando nosotros, pecadores, nos convertimos de corazón hacia Él; es una alegría que incluso los ángeles comparten.
La murmuración de los fariseos y los escribas es un auto rechazo a ser encontrados y rescatados por Jesús; acoger a los pecadores y comer con ellos es, por el contrario, una disposición para ser encontrados y rescatados por Jesús.
Reflexiona hermano lo siguiente: ¿Cuál es tu actitud ante la búsqueda que Dios realiza en tu vida, y cómo le respondes? ¿Cuál es tu actitud frente al hermano necesitado que sufre? ¿Lo acoges o murmuras?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autores: Juan Francisco Cervantes y Sandra Pinedo, de la Sociedad de San Vicente de Paúl
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