“…Así lo será la señal el Hijo del hombre para esta generación”

Gal 4, 22-24. 26-27. 31-5,1 1; Sal 112; Lc 11, 29-32.

Jesús comienza diciendo a la gente: “Esta generación es perversa. Pide una señal, pero no se le dará más signo que el de Jonás”. Cristo es el signo de Dios por excelencia. Es la presencia “visible” para la humanidad. A los contemporáneos de Jesús no les basta su presencia, quieren ver algo “extraordinario y visible”, algo espectacular… para convertirse y creer en Él. No les eran suficientes los milagrosos que fue realizando con toda clase de enfermos y pecadores.

Jesús mismo, en su misterio pascual de muerte y resurrección, se convierte en la gran señal del amor de Dios para con la humanidad. Mirar a Jesús como el enviado del Padre solo es posible desde la fe en su persona y en su Palabra. Los milagros que hizo son solo los signos visibles de su presencia salvadora, y para quien tiene fe llega más allá de sus milagros para reconocerlo como su Salvador.

Hay signos todos los días que te muestran esa presencia de Dios. Caminemos con mirada de fe para descubrir los signos de la presencia y del amor de Dios.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jaime Reyes Mendoza C.M.