San Vicente de Paúl
Qoh 3, 1-11; Sal 143, 1b y 2abc.3-4; Lc 9, 18-22.
Hoy celebramos a san Vicente de Paúl. Vicente no es de esas personas que llegan a la santidad desde su infancia. Dios lo fue moldeando lentamente. De hecho, aunque tenía buen corazón, desde joven quería ser sacerdote para salir de la pobreza. Frecuentemente dirá que no entró al sacerdocio por la puerta de la casa sino por la ventana.
Buscaba fortuna y ser reconocido. Pero Dios tenía otros planes. Y como suele suceder, contra los caminos de Dios no podemos andar. Parte de su conversión la debemos a su contacto con los campesinos. Con ellos comprendió la urgencia de organizar misiones en todas partes. Vicente insistía principalmente en la forma de servir a los pobres: “la manera de dar vale más que lo que se da”. Las múltiples obras de caridad que emprendió no le hicieron olvidar que la gran limosna que se necesita no es el pan del cuerpo sino el espiritual. Vicente termina su vida terrena el día 27 de septiembre de 1660. A las cinco de la mañana expiró besando el crucifijo y pronunciando varias veces en latín la palabra “confido” (tengo confianza). Festejando a san Vicente, pidámosle que nos enseñe a amar a Jesucristo y a los pobres como él los amó.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Antonio G. Escobedo C.M.
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