“Los envió a predicar y a sanar”
Prov 3, 5-9; Sal 118, 29.72.89.101.104.163; Lc 9, 1-6.
Jesús ahora envía a los doce con poder y autoridad a una primera misión evangelizadora. Lo que les encarga en concreto es que liberen a los poseídos por los demonios, que curen a los enfermos y que proclamen el Reino de Dios. Para este viaje misionero les pide ir sin demasiadas proviciones para el camino. Les avisa que en algunos lugares los acogerán bien y en otros, no. Sacudirse el polvo de los pies era una expresión que significaba ruptura con los que no querían oír la Buena Noticia.
Ésta es la doble misión que Jesús encomendó a la Iglesia: por una parte, anunciar el evangelio, por otra, curar a los enfermos y liberarlos de sus males tanto físicos y psíquicos. Es exactamente lo que hacía Jesús: iluminaba con su Palabra y les curaba o les libraba de los demonios o, incluso, les resucitaba de la muerte. El binomio “predicar~curar” se repite continuamente en el evangelio y ahora en la vida de la Iglesia. ¿Seguimos en camino de aldea en aldea anunciando la Buena noticia y curando partes?
Con este evangelio también deberíamos revisar el desprendimiento que Jesús exige de los suyos. Los misioneros necesitamos ser libres interiormente, sin demasiado equipaje.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Antonio G. Escobedo C.M.
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