“Mi madre y mis hermanos”
Prov 21, 1-6.10-13; Sal 118, 1.27.30.34.35.44; Lc 8, 19-21.
Entre los muchos que seguían a Jesús, hoy aparecen también su madre y sus hermanos. ¿A qué fueron? Lucas no nos dice. Marcos, en una situación paralela, interpreta la escena diciendo que los familiares, asustados por lo que se decía de Jesús y por las reacciones contrarias que hacían peligrar su vida, venían a llevárselo porque decían que “estaba fuera de sí”.
Jesús aprovecha la ocasión para decir cuál es su nuevo concepto de familia: “mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”. No niega el concepto de familia, pero sí lo amplia, dando prioridad a los lazos de fe por encima de la sangre.
La nueva comunidad de Jesús no va a tener como criterio básico la pertenencia a la misma raza o familia de sangre, sino la fe. Ciertamente, la respuesta de Jesús en el pasaje del evangelio no puede entenderse como una falta de respeto a su madre porque al inicio del evangelio fue puesta como modelo de creyente: “hágase en mi según tu palabra”. Al contrario, es una alabanza a su madre en la que destaca su cercanía de fe.
Nosotros que pertenecemos a la familia de Jesús, ¿escuchamos su Palabra y la ponemos en práctica?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Antonio G. Escobedo C.M.
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