“Dios ha visitado a su pueblo”
1Cor 12, 12-14, 27-31; Sal 99, 1b-2.3.4.5; Lc 7, 11-17.
Esta vez el gesto milagroso de Jesús es para la viuda de Naín. ¡Cuántas veces se ve en el evangelio que Jesús se compadece de los que sufren y les alivia con sus palabras, sus gestos y sus milagros! Hoy atiende a esta pobre mujer que, además de haber quedado viuda y desamparada, ha perdido a su único hijo. La reacción de la gente ante el prodigio es de reconocimiento: “un gran profeta ha surgido entre nosotros”.
El Resucitado sigue todavía hoy aliviando a los que sufren y resucitando a los muertos. Lo hace a través de su comunidad, la Iglesia, de un modo especial por medio de su Palabra y de sus sacramentos. La escena de hoy nos invita a actuar como lo hizo Jesús. Cuando nos encontramos con personas que sufren, ¿cuál es nuestra reacción?
Si actuamos como Jesús ante el dolor ajeno, aliviando y repartiendo esperanza, también podrán oírse de nosotros las mismas palabras que proclamó la gente de Naím: “en verdad Dios ha visitado a su pueblo”. Actuar como Jesús nos hace ser signos visibles del Reino porque éste es el mejor lenguaje del evangelio, es un lenguaje que todos entienden.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Antonio G. Escobedo C.M.
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