“¿Quién soy yo?“
Is 50, 5-9; Sal 114, 1-2.3-4.5-6.8-9; Mc 8, 27-35.
Cesarea de Filipo está ubicada a unos 40 km al norte del mar de Galilea, justo a los pies del monte Hermón. Jesús fue a ese lugar e interrogó a sus discípulos sobre lo que otros dicen o habían dicho de Él. Da la impresión que Jesús no estaba conforme con las respuestas recibidas y sigue preguntando; deja de interesarse por lo que dicen los otros para interesarse en la respuesta de sus discípulos que son los más cercanos a Él.
Pero, ¿qué ocurre con la respuesta de Pedro? El encontró las palabras más grandes para decir quién es Jesús. Estamos frente a unas palabras que no vienen de sus capacidades naturales ni dotes intelectuales. Pedro sin estudiar, ni ser erudito sobre teorías divinas, profesa una de las identidades y dignidades más profundas de Jesús: es el Mesías.
Jesús no se fija en Pedro por sus grandes dotes; lo llama conociendo sus debilidades sus limitaciones. Incluso lo colocará como piedra que sostenga a la Iglesia porque, al final, quien llevará la batuta es Jesús, no Pedro.
¿Quién es Jesús para mí? Que nuestro Padre Dios nos permita reconocer el rostro más profundo de Jesús.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Antonio G. Escobedo C.M.
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